“La lengua de Los pacientes, de Ana Rocío Jouli, es una lengua alucinada y quieta. Alucinada porque abre en el poema imágenes del afuera irrepresentable: una tarde de conejos, una casa de campo, el dolor, un hombre convertido en pescado. Y quieta, porque las voces del Señor muy enfermo, la Enfermera y la Nena provocan, en la quietud del hospital, un pequeño teatro: dar forma y existencia, en el silencio, a un universo de seres y cosas”
“En Tarde, la ambición de ver –es decir, de escribir– está provocada por el desplazamiento, por el viaje (ahí están los “paseos” que cierran el fanzine). El movimiento es el motivo. Pero tal vez lo que más se recuerda cuando se terminan las pocas páginas de Tarde sea el tono de una voz que reacciona con cierta candidez a eso que la excede, justo como “los párpados de un perro/que sueña con el miedo”.
“La pequeña gran proeza de la escritura de Anita Jouli reside en un extremismo de lo que llamo la desproporción: cada poema sale drástica (y a menudo dramáticamente) de todo mundo (siempre en cada poema se sale de una parcela dañada, íntima, microscópica, escondida, sentida o rara de un mundo), porque la belleza impecable, nítida y refinada de la sintaxis se entrega a la composición concluida de una imagen inimaginable.”